miércoles, 14 de abril de 2010

UN SERRANO NOS QUIERE GOBERNAR

Un serrano quiere gobernar

Víctor Elí Domínguez López

Con gran estupefacción he leído comentarios respecto a la candidatura de Carlos López Jiménez a la Alcaldía de la provincia de Morropón. Afirmaciones eminentemente despectivas, racistas y discriminadoras como aquella de “un serrano nos quiere gobernar”. Pese a ello, este artículo no busca responder ni menos despotricar contra quien escribe, piensa o tiene como actitudes en su vida tales declaraciones. Hacerlo es dar demasiado crédito a quien por una estrechez mental o por inseguridad personal no cae en la cuenta que tanto la discriminación como el racismo, como diría el economista Oscar Ugarteche: “Es el principal freno del Perú” y que “la vergüenza frente a nosotros mismos nos impide reconocernos como lo que somos, con el valor y la dignidad de la historia y que de esa vergüenza sale el racismo y la superioridad del castellano sobre las múltiples lenguas étnicas”.Una primera precisión es que con tal afirmación no sólo le cerramos el derecho de participación y elección a quien viene de la sierra, sino también al de cualquier otro lugar, incluso al negro, al cholo, al gay, al blanco, a la mujer, al joven o al anciano. Desde esa lógica, cualquier persona con cultura distinta está condenada a la restricción de sus derechos, hecho bastante conocido en la historia peruana cuando durante la conquista y en la etapa de colonización de los pueblos indígenas occidente desvalorizó el ser, quehacer y significado que dichos pueblos daban a la realidad.Uno puede estar o no de acuerdo con tal o cual candidatura en términos de capacidad o idoneidad, de experiencia o tendencia ideológica. Sin embargo quien lanza tremendo improperio de desacuerdo con la candidatura de uno de nuestros paisanos lo hace por razones de procedencia, por el hecho de haber nacido o vivir en nuestra hermosa serranía. Es decir, por usar poncho, comer queso, hablar con el dejo característico de nuestros paisanos, gustar del sanjuanito y del huaino, beber aguardiente, practicar la minga, ser respetuoso del visitante, preocuparse por la seguridad de la comunidad vía la ronda, cumplir la palabra empeñada, usar sombrero, etc. En esa frase está claramente expresado un fuerte desprecio por la cultura serrana y por cualquier otra cultura a la que se le relega porque les faltan los requisitos de formación exigibles por la cultura dominante.Quienes nos gloriamos de ser demócratas y promotores de un desarrollo integral y sostenible no podemos estar de acuerdo o avalar frases tan despectivas y discriminadoras como ésta. Las grandes desigualdades y exclusiones que existen en nuestro país tienen en su cimiento la discriminación y el racismo, dos males endémicos que hay que erradicar si queremos desarrollarnos. Contrario a la discriminación cultural, hoy la apuesta está por la interculturalidad, es decir, el encuentro de las diversas culturas y el diálogo entre ellas en condiciones igualdad y respeto mutuo ya que no existe cultura mejor que otra. Contrario a lo fobia hacia la otra cultura, la interculturalidad ve la diversidad cultural como una riqueza que debemos aprovechar sin avasallamientos. A lo largo de la historia, la diversidad cultural en el país ha logrado sobrevivir a pesar de los esfuerzos de las culturas dominantes por construir unidades monolíticas y afirmar identidades, comportamientos, percepciones, creencias y sensibilidades uniformes. Hoy las voces de los indígenas que siempre fueron calladas se escuchan desde Bagua; las voces serranas vienen desde Ayabaca, Morropón y Huancabamba; las voces de nuestros amigos los negros con sabor a tondero y cumanana se abren paso por los caminos de nuestra región; los reclamos por ser reconocidos y respetados de nuestros amigos gay ocupan calles y plazas. Cada vez nos entendemos e integramos con una sola finalidad, hacer de nuestra provincia una sola en su ser, en su bienestar y fuerza para superar sus problemas. La discriminación y el racismo ya fueron.

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